Un estudio concluye que varios niños vulnerables durmieron mejor después de llevar a cabo un plan de mindfulness en su escuela.
Fuente: www.mundodeportivo.com
El mindfulness es una práctica basada en la meditación que focaliza su atención en el presente. Se trata de un método para conseguir la atención plena centrándose en lo que ocurre “aquí y ahora”, aceptándolo, sin intentar cambiar ni juzgar, según el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).
El significado de esta práctica es plena consciencia, ya que se basa en concentrarse en lo que sucede en nosotros mismos y en nuestro alrededor en el presente, sabiendo renunciar al ruido y a las distracciones. El mindfulness puede aportar beneficios en muchas personas, como pueden ser deportistas o niños, entre otros.
Concretamente el mindfulness en niños ayuda a mejorar la atención y la concentración, beneficia la creatividad y el aprendizaje, permite controlar emociones y ayuda a relajarse y estar tranquilo, entre otros beneficios. Ahora un estudio ha descubierto que el mindfulness también ayuda a dormir mejor a los niños.
Los niños en situación de riesgo ganaron más de una hora de sueño por noche después de participar en un plan de estudios de mindfulness en su escuela, según una investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford que se ha publicado en la revista Journal of Clinical Sleep Medicine.
Se trata del primer estudio que ha utilizado técnicas de polisomnografía, que miden la actividad cerebral, para evaluar cómo el entrenamiento de la atención plena (mindfulness) en la escuela cambia el sueño de los niños . Este plan de estudios les enseñó a los niños cómo relajarse y manejar el estrés al enfocar su atención en el presente, pero no les enseñó cómo dormir más.
“Los niños que recibieron el plan de estudios durmieron, un promedio de 74 minutos más por noche que antes de la intervención”, explica Ruth O’Hara, experta en sueño, profesora de psiquiatría y comportamiento en la Universidad de Stanford y autora principal del estudio, quien recalca que eso significa un “gran cambio”.
El sueño de movimientos oculares rápidos, que incluye soñar y ayuda a consolidar los recuerdos, también se alargó en los niños que aprendieron las técnicas. “Obtuvieron casi media hora de sueño REM”, concreta O’Hara, quien indica que “es realmente sorprendente”, y recalca que “existe evidencia teórica, animal y humana que sugiere que es una fase muy importante del sueño para el desarrollo neuronal y para el desarrollo de la función cognitiva y emocional”.
Ayudar a los niños en situación de riesgo a dormir mejor
Los niños que fueron seleccionados para el estudio vivían en dos comunidades de bajos ingresos, principalmente hispanos, ubicados en el Área de la Bahía de San Francisco. Una comunidad recibió la intervención y la otra sirvió como control. Ambos grupos tenían altas tasas de delincuencia y violencia, las familias se enfrentaban a factores estresantes, como la inseguridad alimentaria, y vivían en viviendas abarrotadas e inestables.
De este modo, las condiciones de los niños seleccionados para el estudio, eran considerados motivo para dormir mal, según explican los investigadores Victor Carrion y John A. Turner.
Así, Carrion explica que se lanzó este estudio para ayudar a los jóvenes a manejar los efectos de vivir en un ambiente estresante. Según explica el experto, permitir que los niños en situación de riesgo duerman mejor no es solo una cuestión de decirles que duerman más o que mantengan horarios regulares para acostarse. “Para conciliar el sueño hay que relajarse, pero a ellos les cuesta dejar ir sus experiencias, pues no se sienten seguros y pueden tener pesadillas y miedos por la noche”, detalla el experto.
Por ello, el plan de estudios de mindfulness que llevaron a cabo con estos niños consistía en la formación para llamar la atención sobre el presente, ejercicios de respiración lenta y profunda y movimientos basados en el yoga.
Los instructores de yoga y los maestros de los niños, les enseñaron el plan de estudios dos veces por semana, durante dos años, en todas las escuelas primarias y secundarias de la comunidad que recibieron la intervención. Por su parte, los instructores también enseñaron a los niños qué era el estrés y los alentaron a usar las técnicas para ayudarlos a descansar y relajarse, pero no les dieron ninguna instrucción sobre técnicas para mejorar el sueño, como puede ser mantener horarios constantes para acostarse.
Concretamente los expertos utilizaron el plan de estudios Pure Power , que fue desarrollado por una organización sin ánimo de lucro llamada PureEdge y que está disponible para las escuelas de forma gratuita tanto en español como en inglés.
De los más de 1.000 estudiantes que participaron en el estudio, los investigadores seleccionaron a 58 niños que recibieron el plan de estudios y a 57 niños del grupo de control para hacer tres evaluaciones del sueño en el hogar. Estas se realizaron antes de comenzar el plan de mindfulness, después de un año y después de dos años.
En las evaluaciones se midió la actividad cerebral de los niños durante el sueño, a través de una tapa de electrodos colocados que se les colocaba en la cabeza, así como la frecuencia cardíaca y respiratoria y los niveles de oxígeno en sangre.
El mindfulness ayuda a conciliar el sueño
Cuando comenzaron la investigación, los expertos vieron que los niños del grupo de control dormían 54 minutos más, de media, y tenían 15 minutos más de sueño REM por noche que los niños del grupo que recibió el entrenamiento de mindfulness. Concretamente los niños del grupo de control dormían alrededor de 7,5 horas por noche, y aquellos del grupo del plan de estudios alrededor de 6,6 horas por noche. Los investigadores desconocen por qué los niños de las dos comunidades, a pesar de las similitudes en el nivel de ingresos y otros datos demográficos, tenían diferentes tiempos de sueño promedio.
Sin embargo, a lo largo del análisis, los patrones de sueño de los dos grupos evolucionaron de manera diferente. Durante el período de estudio de dos años, entre los niños del grupo de control, el sueño total disminuyó 63 minutos por noche, mientras que los minutos de sueño REM se mantuvieron estables, en línea con las reducciones de sueño que se observan típicamente en la niñez tardía y la adolescencia temprana. Por otro lado, los niños que participaron en el plan de estudios de mindfulness ganaron 74 minutos de sueño total y 24 minutos de sueño REM.
“Tiene sentido intuitivo que los niños que no participaron en el plan de estudios disminuyeron su sueño, según lo que sabemos sobre lo que es ser un niño a esta edad”, explica Christina Chick, experta en psiquiatría y ciencias del comportamiento y autora de la investigación.
“Es posible que los niños mayores se queden despiertos para hacer los deberes, hablar o enviar mensajes de texto con amigos”, resalta la experta, quien indica que estos hallazgos se interpretan de manera que “el plan de estudios de mindfulness era protector” ya que, “enseñaba habilidades que ayudaban a proteger a los niños contra las pérdidas de sueño”. Según Chick, los cambios hormonales y el desarrollo del cerebro también contribuyeron a los cambios en el sueño.
Aún así, según dicha experta, la media de sueño que experimentaron los participantes del estudio de ambos grupos es baja, ya que es recomendable que, los niños sanos, duerman al menos nueve horas diarias por la noche.
De este modo, los investigadores plantearon la hipótesis de que los niños podrían experimentar mejoras en el sueño a través de la reducción del estrés. Sin embargo, los niños que durmieron más durante el estudio también registraron un aumento de estrés, aunque se sospecha que quizás fue porque el plan de estudios les ayudó a comprender qué era el estrés. Lo que está claro, según los expertos, es que durmieron mejor.
Por ello, ahora los investigadores planean difundir los hallazgos de manera más amplia, para así ayudar a los maestros a poder impartir en clase un plan de estudios de mindfulness similar.
Además, quieren llevar a cabo estudios adicionales para comprender cómo varios elementos del plan de estudios, como los ejercicios que promueven la respiración lenta y profunda, pueden cambiar el funcionamiento del cuerpo para permitir un mejor sueño. “Creemos que el trabajo respiratorio cambia el entorno fisiológico, quizás aumentando la actividad del sistema nervioso parasimpático, y eso en realidad da como resultado una mejora del sueño”, concluye Chick.
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